domingo, 22 de febrero de 2009


Familia Espina.......................



Como empezar esta historia; creo merece una atención muy especial, temo que al contarla de una o otra forma, podría perder el sentido de testimonio que amerita. Intentare abocarme a lo que entiendo es mi obligación como testigo de todo lo que paso en ese otoño del…...

Todo parecía tranquilo demasiado para mi gusto habían recién finalizado las vacaciones de verano en isla negra para mi gran pesar. Nunca fui de esos que se regocijaran con el retorno, volver a la casa, al trabajo, y todo eso no era mi gran ilusión, pero el año tenia que empezar y aguardaba por nosotros como siempre con su mejor factura a flor de labios, y ese sabor inconfundible de las deudas por saldar.

Ximena y los chicos volvían siempre con dos o tres días de antelación para preparar la entrada a clases y yo me quede unos días que mas tarde se convertirían en años con Anselmo ese apestoso quiltro encomendado a mi cuidado por mi difunta madre, que error, hasta después de muerta su omnipresencia continuaba su curso gravitando sobre mi, un que se yo ineludible atado a mi fracaso... Pero los niños al parecer si estaban contentos, ya saben la vuelta al cole con los demás, la sensación placentera que dan los uniformes y los útiles por estrenar, claro que en su posición yo sentiría la misma urgencia por venir. Me propuse aprovechar esos días que estuve solo para pintar y dejar la casa en orden para el próximo verano.

Francisca fue mi vecina desde que tengo memoria, nunca hicimos amistad por eso de la privacidad que ciertos vecinos acuerdan tácitamente para hacer de su lugar de vacaciones menos vulnerables y aislado, pero como toda buena vecina saludaba con la ceremonia de la llegada de las vacaciones y el fin de estas (ella vendría a ser como un especie de indicador articulado del principio y el fin del supuestamente tan merecido reposo). Pero ese otoño algo estaba a punto de desencadenar algo que transformaría mi vida y la de los míos de manera tan extraña como insospechada. El sábado siguiente a la partida de los niños Salí a cortar el césped, ya se avecinaba la lluvia que precede marzo así que aproveche de dejar el patio en orden, mi jardín colindaba con el de francisca dividido por una cerca pequeña de madera muy linda y prácticamente simbólica. Una vez afuera prendí un cigarrillo, abrí el grifo y allí estaba, como olvidarlo tenia ese cierto desprecio en la mirada que en vez de hacerla lucir mal le daba un que se yo de superioridad. Me pidió fuego desde su lado de la cerca con ese tono mandón que le luce también a algunas mujeres ( a otras como a mi mujer les sale fatal ), y claro esta le encendí un cerillo, ella tomaba café con leche creo, yo una ginebra con naranja ( por eso del desayuno de campeones ) , me pregunto por mi familia, lo que encontré algo sino sospechoso cuando menos estupido porque se que los vio partir, le dije que se habían marchado ( no hay respuesta mas tonta que la que sigue a una pregunta tonta ) charlamos del mal tiempo que se nos venia encima, bueno charlamos suena a demasiada gente, yo a penas contestaba con los monosílabos de rigor mientras ahogaba una planta de Ximena y mi atención enfocaba sus pechos a través de una bata muy translucida azul, a lo cual una vez vuelto en mi le comente que podría pescar un resfriado sino entraba y se cubría un poco el pecho, a lo cual contesto que mejor entraría. Recale en la extraña suposición de las curvas, el volumen y la gravedad como detonantes de la atracción en el hombre, después empecé a profundizar y cobraba cada vez mas sentido; se desarrollaba el planteamiento mas o menos así: En la naturaleza todo es curvo, siendo la recta un invento del hombre, lo que realmente atrae al hombre son en conclusión las curvas, después incorpore el volumen como un elemento mórbido y a la vez maternal, por ultimo la gravedad por condiciones de salud a la hora de maniobrar, y un sinfín de estupideces que trajo la ginebra consigo que no valen la pena recordar.

Cumplido mi cometido botánico, entre a la caza a por mas ginebra, ordene un poco las facturas que tendría que llevarme de nuevo a Santiago hasta quedar vencido por el alcohol y sin mas ni mas me dormí frente a la salamandra...

Antes de entrar en detalles sobre los dramáticos cambios que se suscitaron a mi alrededor, les contare sobre mi: Soy empleado publico en una agencia de estadísticas del ministerio de bienestar social, mediocre desempeño en un laburo no menos mediocre, mi vida se desenvuelve entre estadísticas, y letras muertas que encausa el estado sin otro fin que el de fomentar empleomanía y dilapidar recursos, esto vino a ser la culminación de todos mis anhelos de escritor bohemio que se radicaba en Paris; que iluso nunca me acerque ni en sueños al Montparnasse prometido a no ser por uno que otro vino que me transportaban a un mundo lleno de todo lo que eventualmente no tendría nunca. Desde mi más temprana edad desarrollé habilidades para mantenerme por debajo de la media. Mi mujer reunía todo el ímpetu y demás características de su especie, trabajadora como el que no sabría en que otra cosa ocupar su tiempo, discutidora por naturaleza, y siempre despectiva con el resto de su entorno como si proviniese de alguna alcurnia insondable.

En lo particular nunca me hice expectativas sobre nuestro matrimonio y su consecuente vida en familia; entre en todo ese enrollo por osmosis, no se aun no me lo explico pero ahí estaba hasta las narices, mujer, dos hijos (la típica parejita que todos aspiran a no ser quizás por mi) un auto de segunda mano, un departamento de ocasión, una vida repleta de liquidaciones de saldos, una vida de tercera, y una imbecilidad estoica de primera división.

Hacia ya tres o cuatro anos que mi mujer me engañaba, en busca de ascensos en la difícil industria de la venta inmobiliaria, se había repasado a dos o tres tanto de sus jefes como de la competencia, yo por mi parte guardaba silencio, no por ser un tema tabú, sino mas bien porque lo que sostenía mi hogar de tercera eran precisamente sus logros, y no los míos pues yo no tenia ninguno, a no ser quizás….. Bueno simplemente no tenia meritos de ningún tipo seamos honestos.

Todo en nuestras vidas parecía continuar su curso, simulando que nos queríamos, que éramos felices; los niños también habían acoplado en la trama, hasta el perro.

Me costo casi quince anos caer en cuenta de que pancha nuestra vecina, significaba el inicio y el fin de nuestras hermosas vacaciones en familia, y no se como ese otoño empecé a hacer conjeturas disparatadas, que le daban a ella una cierta participación preferencial y a la vez silente en el entramado de la familia Espina. Primero empecé por una botella, luego dos, luego diez o doce botellas, perdí la cuenta pero al final gane libertad, esa clase de libertad que un mediocre como yo no conseguiría de otra manera.

Habrán pasado cuatro o cinco días, perdí la cuenta desde que se fueron, aun no me he duchado, estoy inerte envuelto en sopor de semi inconciencia, haciendo lo poco de manera autónoma, y escribiendo algunas cartas que nunca despachare mientras a falta de mas vodka opte por ginebra, cualquier cosa sirve a estas alturas; el reloj del living marcaba las dos menos cuarto de manera insidiosa y sentí hambre así que cerré la bata de dormir, acomode mis pantuflas, tome las llaves del auto y me fui a por algo. Justo al abrir la puerta del coche un individuo de una estatura media se acerco blandiendo un cuchillo, y en un especie de argot de asiduos a la pasta base me dijo que le diera las llaves, lo que sin mas reparo hice diciéndole que no hacía falta recurrir a esos artilugios que yo le entregaría el coche que a fin y al cabo nos haríamos los dos un favor, el tipo no me creyó mucho hasta que al intentar ponerlo en marcha al este no encender le indique que abriera el capot y le resolví un pequeño falso contacto que puso a nuestro robin Hood en marcha. Me vi. De nuevo en el quicio de la puerta mirando las flores, pensando ginebra, con hambre en fin que se yo. Desde la ventana de al lado la vecina me observaba y yo de cierta forma lo presentía de antemano.

Debían ser las once o las doce cuando toco a mi puerta para invitarme a cenar, accedí recalcando que no debía molestarse, vestía una especie de túnica bastante escotada y aproveche para advertirle una vez mas sobre los peligros de un resfrió y sus complicaciones en estas épocas. Al entrar en sus casa y ver la manera en que estaba dispuesta la mesa me di cuenta de inmediato que sus intenciones no eran con fines caritativos, muy por el contrario todo siempre y cuando yo accediera, terminaría tornándose en una prestación bilateral de servicios, claro esta en el nivel de deterioro en que me encontraba no era quien para imponer condiciones, así que sin mas preámbulo que la cena y unos whiskys me encontré entre sus senos dando de mi a duras penas lo que podía, recibiendo de ella todo lo que había contenido en los últimos anos. Después junto con los cigarrillos post mortem y los whiskys de velador me contó su historia a pesar de que le implore no lo hiciese. Resulta que la Pancha de cuarenta y tantos había ya enviudado dos veces de manera sospechosa lo que no ayudaba su hoja de vida, había cobrado dos pólizas de seguro las cuales la dejaron si bien no rica bastante acomodada, tocaba chelo en su living junto a la chimenea, jugaba un extraño juego japonés de calculo, hacia las compras, velaba por Emilio su único pariente con vida ( un gato angora) regaba las plantas, y daba inicio y fin a mis vacaciones cada año con su acostumbrado hola vecinos, hasta el verano que viene vecinos. Habían pasado ya siete anos desde que su último marido murió y ella sin mas contacto con el mundo exterior que el chico que traía las compras, las transacciones bancarias, los pagos de servicios, no encontró a nadie mas apropiado que su buen vecino el mas zurdo de los diestros para resolver sus inquietudes sexuales de esos largos años de ansiedad, y aunque torpe siempre bonachón acudí a su llamado sin mas ni mas. Tres o cuatro días pasaron en total armonía y buen coito hasta que las primeras diferencias surgieron con el alcohol; ella por su parte decidida según ella a sacarme del desastre en que el alcohol me había sumido, y yo por mi parte convencido de que el alcohol no había sido mas que una pareja ideal de pocas exigencias con grandísimas gratificaciones; ahí estaba yo de nuevo en mi casa como el primer día.

Lo que en apariencia pareciese duraría solo una o dos semanas, se prolongo uno o dos meses hasta que recibí el primer llamado, era Ximena quería que regresase, bueno tanto como querer no se, porque creo que ni los niños me extrañaron tanto como para llegar a necesitarme o algo por el estilo, lo que me hizo reflexionar y descartarme; así que le dije a la Xime que no volvería que arreglara todo como mas le conviniese y que me dejase con la casa de la playa mientras se resolviese lo del divorcio; tal como supuse no tuvo ninguna objeción, me llamo perdedor lo que me pareció mas que apropiado y yo por revancha mas que nada la llame zorra, y el alivio fue enorme.

Inmediatamente empecé a reorganizar mi vida a mi antojo con los ahorros que tenia, ocupe uno de los dos baños y el garaje para sembrar hierba, tanto hidropónica como artesanalmente, lleve una pequeña cava de vinos de Ximena del sótano al mini mercado mas cercano y convencí a un Libanés (el propietario) que seria un buen negocio para el además de una obra de bien si me las cambiaba por vodka, lo cual hizo sin rechistar ya que hacia rato era su cliente mas frecuente. Me hice una rutina porque siempre tuve la casi certeza de que lo que realmente había logrado hacer perdurar la humanidad eran los hábitos, empecé a tomar, masturbarme, y ver los informes del tiempo todas las veces que me fueran posibles en el día; diseñe en base a la ley de probabilidades que utilizan los ludópata en los casinos, toda una estrategia para jugar la lotería en mi peregrinación logística etílica diaria y perder con la mayor efectividad posible, pero tratándose de mi tengo tanta mala suerte que ni siquiera eso y plop otro golpe transformador, me saque el premio gordo con todas sus cifras en un tiempo record de tres anos y medio algo así.

Estuve tomando durante unos veinte y cinco días ininterrumpidamente para trabajar mi frustración de la loto y gracias a Panchita que dio parte a la policía fui trasladado de urgencias a una clínica. La enfermera que me toco era una cubana llamada Lucila, rellenita pero simpática y empeñosa; era una de esas personas que se declaran perseguidos políticos y buscan ser asilados huyendo de una dictadura que no existe mas que en sus cabezas, tenia un gusto especial por los chistes obscenos y yo tenia un repertorio amplísimo única herencia de mi padre alcohólico- mecánico, o mecánico- alcohólico ya no recuerdo bien. Lucila me atendió muy bien al punto que al quinto día le pedí que se fuera a vivir conmigo, a lo cual respondió con un rotundo no, luego cuando le dije que me había sacado el premio accedió.

Con Lucila en casa todo empezó a caminar lindo, sacábamos al perro de vez en cuando, dábamos largos paseos como los enamorados que no éramos, le daba dinero así no tenia que trabajar y podría comprar todo lo que le pareciese necesario para su pequeño ego, ropa y esas cosas.

Como todo acarrea indefectiblemente consigo un fin que no es más que el comienzo de otra cosa por suceder, tras nuestra aparente felicidad y contubernio se fue gestando poco a poco las diferencias irreconciliables que llevarían la empresa a la mierda. Lo Primero que saco a relucir fue mi alcoholismo y deterioro a lo que yo rebatí que estaba cansado de sus flatulencias, y la manera casi maniaca que tenia de tirarse pedos a cada rato, ella arremetió de nuevo pero esta vez con las plantas y dijo que si no abandonaba la casa ella se iría; como sabia que no tendría donde ir le dije que se quedara con ella y me compre la de al lado, maniobra no muy sensata de mi parte porque me encontraba rodeado por el enemigo con lo cual me temía lo peor, de una lado la panchita y del otro la Lucila.

En cuanto me mude las cosas retomaron su rumbo, de nuevo el Libanés, las constantes masturbaciones, las plantas, el informe del tiempo tres veces al día y Anselmo el apestoso compañero que tornose ser de incalculable valor.

La felicidad llego y para asegurar que se quedara y persuadido por una campana publicitaria televisiva en el ínterin del reporte climático, compre un equipo sofisticado de monitoreo y vigilancia, con rejas electrificadas, cámaras, y todo, parafernalia esta que en vez de un bien trajo consigo bajas, porque al quiltro no se le ocurrió nada mejor que rascarse las pulgas contra la reja, tan efectivo el remedio que lo mato a ambos. Destrozado por la perdida de ese gran amigo, modelo de humanidad canina, le mande a hacer un pequeño mausoleo en la entrada de la casa debajo de un ciruelo al cual le daba sus prestaciones y que al parecer se entendían muy bien. Destrozado por la baja de mi lugarteniente y temeroso de las confabulaciones de las tropas aliadas que me cercaban en ambos flancos, convoque a mi estado mayor (Capitán Vodka, mayor Gin y yo) a una reunión de emergencia en el club de oficiales (el living) para juntos estudiar las posibles formas de defensa; una vez repasadas las posibilidades a mano, sin demora me puse manos a la obra.

Empecé por buscar por Internet, concomitatentemente con el alcohol, la marihuana, y las masturbaciones, una mujer tipo tanqueta, una verdadera mole de Europa del este con la que apenas pudiésemos conversar por las barreras idiomáticas y al encontrarla la mande a buscar con una propuesta de matrimonio. Lo que me hacia falta era alguien doble función que pudiese servirme como pastor alemán, hacerme eyacular de cuando en vez, y por ultimo aunque no menos importante con la que apenas pudiésemos conversar que solamente siguiera instrucciones, con esos tonos que solo ellos saben emplear ( Alt., ahctung ).. Tras dos semanas de ardua búsqueda recluida en casa apareció mi valkiria Waleska; una criatura interesante, lo menos que se podía decir, de unos 195cms, atlética, con cara de rabia, un olor interesante y algo raro, perfecta para mis propósitos. Hacia todo lo que se le ordenara, pero (porque siempre hay un pero) paz es hembra y no se acuesta conmigo la muy perra, en tiempo record todo se fue a la mierda; ahora que lo pienso, la retrospectiva me viene súper clara viendo tele en el living apareció un comercial televisivo-turístico anunciado precios de ganga en los vuelos desde Santiago a Buenos Aires en una línea aérea nueva que recién abriendo operaciones perdió un avión en plena selva amazónica y brindaba inseguridad a un muy módico precio lo que me pareció razonable.

Mi llegada a argentina fue sin contratiempos, en cuestión de meses me puse al día con sus vicios y virtudes ( pocas las ultimas ) . Un país alucinante con proporciones continentales y pretensiones anexionistas, hermoso sin par, donde todo por alguna extraña razón camina de una forma peculiar a la que llaman no sin orgullo argentinidad.

Buenos Aires, tierra de desarraigados, ahhh… Buenos Aires llena de desaires, patria del desacierto ilimitado, conjura de culturas entremezcladas en un que se yo de poesía, milonga, y adoquines. La vida porteña tenia tanto que ofrecerme y yo por mi parte acusaba de todo cuanto alcanzase, que por cierto no fue mucho, ya les explicare porque.

Nací con el culo entre dos sillas por decirlo así, nací entre dos centurias, tengo recuerdos desde la última treintena del siglo XX a la fecha, con cierta distorsión por supuesto, una interpretación parcializada de la realidad, subjetiva, y medalaganaria.

El mundo que me fue dado en encomienda y al que a su vez fui encomendado se ha caracterizado por ser un mundo de golpes, casi siempre bajos, en su mayoría sangrientos, otros mas sofisticados que apuntan a otros dolores, pero con trayectorias y objetivos comunes, el dominio de los unos sobre los otros (o bien de los otros sobre los Unos), hambre y miseria. Una vez in situ, no bien pasado mi primer año acá, un complot orquestado por la banca mundial me dejo sin dinero; mi banquero me hizo llegar un telegrama, no tuvo los cojones o bien quizo ser austero ante las circunstancias de esta nueva pandemia económica neo liberal para llamarme, en dicho telegrama me informaba que el banco en donde tenia mis ahorros había hecho unas inversiones de alto riesgo ( alto riesgo paracaidismo quizás?), en fin mucho de palabras rebuscadas para comunicarme que ya no tenia un peso de aquella fortuna; que lamentaba enormente mi suerte ( digno de cierta suspicacia me presumo ) y sin mas atentamente y las demás frases de rigor, términos de oficina que dan consistencia de liturgia al descaro.

Sin recursos, recién casado en segundas nauseas me sentí de repente mas indentificado con el criollismo maltrecho de estas tierras, infeliz y a la vez a gusto, restregando mis miserias contra la de los demás, lo mas humanamente posible sin lugar a dudas, gestando empresas mediocres para subsistir, metido en la trama hasta el cuello, entreviendo la perturbación de mis preciados hábitos por la disciplina que se espera de los explotados.

Unos meses después, tras largos colapsos etílicos, entre a engrosar la servidumbre de la administración publica y como si fuese un anacronismo, como si nada hubiese cambiado desde aquel otoño en isla negra, volví a recalar al cabo de dos años en el mismo entramado, vencido por un tiempo que no da tregua a los distraídos, me falto disciplina seguramente, jajá a quien mierda se le ocurre que haría eternamente lo que le diese la gana, pego estampillas en el correo central, casado con dos hijos, una simetría solo vulnerada por la geografía, mis frustraciones dan al atlántico, las de antes daban al pacifico.

Buenos Aires febrero 16 2009.